Los valores que sostienen
mi práctica
No concibo mi trabajo como un conjunto de técnicas aplicadas sobre personas que “hay que arreglar”. Lo vivo como un encuentro humano, profundo, ético y sensible. Como un espacio donde dos personas se sientan, una frente a la otra, con la intención genuina de mirar dentro, de poner palabras a lo innombrable, de acompañar lo que duele y de recuperar lo que fue olvidado.
Estos son algunos de los valores que me guían cada día como psicóloga, y que dan forma al espacio terapéutico que comparto contigo si decides iniciar este camino.

1. Presencia real y vínculo humano
El eje de todo proceso terapéutico, para mí, es el vínculo. Un vínculo cuidado, ético, respetuoso, pero también humano, cercano y verdadero. Me implico con cada persona que acompaño desde una presencia real: no me escondo detrás de una máscara profesional, ni aplico respuestas automáticas. Estoy contigo, con tu historia, con lo que traes, sin prisas y sin juicio.
Creo que muchas heridas emocionales nacieron en vínculos donde no hubo escucha, donde no hubo sostén, donde una parte de ti no fue vista. Por eso, ofrezco ahora un vínculo distinto: un espacio donde puedas ser, sentir y confiar.
proceso
Cada persona es única. Cada proceso también. No fuerzo caminos, no impongo ritmos, no aplico fórmulas cerradas. Trabajo desde la escucha atenta y la intuición clínica, adaptando la forma de acompañar a lo que tú necesitas en cada momento.
Hay días en los que se puede avanzar. Y otros en los que simplemente se necesita respirar, sostenerse, descansar. Honro cada estado emocional como parte del camino, y no busco resultados rápidos ni metas externas.
Mi enfoque no es directivo ni invasivo, sino profundamente respetuoso de tu historia y tu tiempo interno.

cuerpo, emoción y palabra
No somos solo mente. No somos solo cuerpo. No somos solo historia. Somos un entramado complejo y vivo. Por eso, mi forma de acompañar no se limita a lo verbal: integro, cuando el proceso lo permite y tú lo deseas, recursos de trabajo corporal, expresión creativa, conciencia somática o movimiento.
El cuerpo guarda memorias, tensiones, bloqueos y también una sabiduría profunda. A veces, un temblor, una respiración, un gesto, nos revela más que cien palabras. Y por eso le doy un lugar en la terapia: no para invadir, sino para ampliar. Para que todo tú pueda estar presente, no solo tu discurso.
profesional
A lo largo de más de veinte años de trayectoria, me he formado en profundidad en psicoterapia psicodinámica, mindfulness, conciencia corporal y técnicas integrativas. Pero mi formación no se detiene. Me sigo nutriendo de la clínica, del estudio y del contacto con colegas, para seguir creciendo y ofreciendo un acompañamiento riguroso.
Mi compromiso ético no es solo el de cumplir un código profesional, sino el de estar constantemente revisando cómo me sitúo ante el sufrimiento ajeno, qué despierta en mí, cómo sostengo, cómo me cuido y cómo cuido al otro. La ética no es una norma externa: es una práctica viva, que reviso cada día.
Sé que muchas personas llegan a terapia no porque les haya pasado “algo grande”, sino porque llevan años sintiendo un malestar difuso, una tristeza constante, una desconexión interna. Y muchas veces, eso tiene que ver con heridas relacionales, con la falta de un lugar seguro donde ser una/o misma/o.
Trabajo desde una perspectiva sensible al trauma, entendiendo que no se trata de remover experiencias de forma brusca, sino de ir generando lentamente las condiciones internas y externas para poder mirar lo vivido sin que duela tanto. La prioridad es siempre tu seguridad emocional.
inclusiva y compasiva
El sufrimiento humano no ocurre en el vacío. Está atravesado por el género, por la clase, por los mandatos sociales, por los modelos de belleza, por las exigencias de rendimiento y éxito, por la cultura en la que vivimos. Por eso, trabajo desde una perspectiva feminista y crítica, que cuestiona los discursos que oprimen y valida formas diversas de estar en el mundo.
Incluyo una mirada compasiva hacia la diversidad corporal, identitaria y relacional. Aquí no tienes que adaptarte a ninguna norma para ser bienvenida/o. Eres recibida/o tal como eres, con tu historia, tu cuerpo, tu voz y tu forma de habitarte.
como camino de reconexión
No creo en la terapia como una herramienta para “mejorarte” o hacerte más funcional. Creo en ella como un camino para volver a ti, para escucharte, para recordar quién eras antes de los mandatos, los miedos, las heridas. Como un espacio donde dejar de sobrevivir y empezar, poco a poco, a vivir desde tu centro.
No puedo prometerte soluciones rápidas. Pero sí puedo ofrecerte un espacio verdadero, donde puedas ser vista/o con todo lo que eres. Un lugar donde puedas soltar lo que ya no necesitas, cuidar lo que aún duele y sembrar una forma distinta de vivirte.